La Triste Historia de Amalia Mendoza La Tariacuri, Casada con esposo celoso tenia prohibido Cantar
Amalia Mendoza, conocida como “La Tariácuri”, es una de las voces más emblemáticas de la música ranchera mexicana, una cantante que logró conectar profundamente con su público a través de sus interpretaciones llenas de emoción y pasión. Su vida, marcada por tanto triunfos como sacrificios, refleja su dedicación a la música y su capacidad para transmitir los sentimientos más profundos de la vida humana.
Nacida el 10 de julio de 1923 en San Juan Huetamo, Michoacán, Amalia fue la décima hija de una familia con fuertes raíces en las tradiciones de la región. A una edad temprana, la música ya formaba parte de su vida, y con tan solo seis años, comenzó a cantar en su escuela, destacándose por su interpretación emocional.
Desde esa etapa, su capacidad para transmitir la emoción de las canciones era evidente, y una de sus primeras experiencias como cantante la marcó para siempre: al interpretar el tango “Ladrillo”, Amalia se conmovió tanto con la letra que comenzó a llorar en el escenario, demostrando su profunda conexión con la música.
El ambiente musical en su hogar favoreció el desarrollo de su talento, y en 1932, sus hermanos mayores formaron el Trío Tariácuri, un grupo pionero en la música ranchera. El éxito de sus hermanos despertó en Amalia el deseo de seguir sus pasos, y con el tiempo, formó un trío propio junto a su hermana y una amiga, lo que sentó las bases para su carrera futura. La joven Amalia no solo cantaba, sino que ponía todo su ser en cada interpretación, lo que la destacaba en el mundo de la música ranchera.
En 1938, una oportunidad en la estación de radio XEW marcó el debut profesional de Amalia Mendoza. La emisora invitó al Trío Tariácuri a llenar el programa de sus hermanos, lo que permitió a Amalia mostrar su talento en una de las plataformas más influyentes de México. Su emotiva voz cautivó rápidamente a la audiencia, y fue ahí donde empezó a consolidarse como una estrella de la música mexicana.
En su vida personal, Amalia tuvo que hacer sacrificios importantes para poder seguir su carrera. En uno de los momentos más significativos, decidió poner su carrera en pausa para apoyar a su esposo, quien era médico especializado en enfermedades tropicales.
Juntos se mudaron a Veracruz, alejados del bullicioso ambiente musical de la Ciudad de México. Sin embargo, su pasión por la música nunca desapareció, y Amalia continuó regresando a la capital para grabar canciones en su tiempo libre.
La situación personal de Amalia se complicó con el tiempo, y fue entonces cuando, después de varios años de intentos por equilibrar su vida personal con su vocación artística, tomó la decisión de divorciarse para retomar su carrera con renovada fuerza.
En 1954, comenzó su carrera como solista y rápidamente se estableció como una de las voces más destacadas de la música ranchera. Sus primeros éxitos como “Puñalada trapera” y “Maldición ranchera” la catapultaron a la fama, y en los años siguientes, su música comenzó a sonar en las principales estaciones de radio de México.
A lo largo de su carrera, Amalia Mendoza también incursionó en el cine, participando en películas como El Charro inmortal (1954) y A los cuatro vientos (1955). Fue en 1955 cuando su popularidad alcanzó nuevas alturas con su interpretación de la canción “Amarga Navidad”, de José Alfredo Jiménez, una balada que se convirtió en su mayor éxito y que marcó un hito en su carrera. La canción conectó con el público de una manera profunda, y fue considerada su “canción insignia”, pues reflejaba las emociones universales del desamor y la tristeza.
Amalia Mendoza fue una de las artistas que representó el alma de México a través de su música, siendo comparada frecuentemente con otras grandes figuras como Lola Beltrán. Sin embargo, Amalia siempre defendió su estilo único, subrayando que cada cantante tiene su propia forma de interpretar las canciones.
Esta humildad y su pasión por la música la convirtieron en un icono no solo en México, sino también entre las comunidades latinas de Estados Unidos.
A lo largo de su carrera, Amalia Mendoza grabó 36 álbumes y fue una de las artistas más aclamadas de la música ranchera, cuya influencia perdura en la cultura mexicana. Su capacidad para conectar emocionalmente con su audiencia la convirtió en una figura querida y admirada, no solo por su talento vocal, sino por la sinceridad y profundidad con que vivía su arte. Tras su retiro en 1985, continuó siendo una figura importante en la música mexicana, regresando en 1996 para grabar un álbum en colaboración con Lola Beltrán y Lucha Villa.
En un homenaje realizado en 1965 en el icónico Million Dollar Theatre de Los Ángeles, Amalia Mendoza dejó claro por qué su música tocaba el corazón de tantos. Fue alabada por su habilidad para abordar canciones con un estilo refinado, y por su capacidad para comunicar las emociones más profundas a través de su voz.
En resumen, Amalia Mendoza fue una artista cuya carrera estuvo marcada por la pasión, el sacrificio y la autenticidad. Su legado sigue vivo en el mundo de la música ranchera, y su capacidad para transmitir sentimientos universales la hace una de las artistas más queridas y respetadas de México.