Los Relámpagos del Norte es uno de los dúos más emblemáticos de la música norteña. La historia de su formación y su posterior éxito está llena de esfuerzo, sacrificio y, por supuesto, talento. Sin embargo, detrás de su ascenso a la fama se esconde una historia triste marcada por la traición, los celos y los enredos personales que finalmente llevaron a su separación.
Ramón Ayala y Cornelio Reina, quienes llegaron a ser los máximos exponentes de este género musical, comenzaron sus carreras en circunstancias muy humildes. Cornelio, oriundo de Parras de la Fuente, Coahuila, comenzó su andadura musical trabajando en una fábrica de ladrillos en Tamaulipas, pero su verdadero sueño siempre fue la música. Fue en un bar local donde se unió a un compañero de nombre Juan, y juntos formaron el dúo Carta Blanca. Su música comenzó a ganar reconocimiento entre los músicos de la región, y durante los años siguientes, el bar se convirtió en su lugar habitual de presentación.
Ramón Ayala, por su parte, creció en Monterrey, Nuevo León, en un entorno de escasos recursos. Desde pequeño, trabajaba lustrando zapatos, pero su pasión por la música, especialmente por el acordeón, era insaciable. A los cuatro años ya tocaba el instrumento, y su vida dio un giro inesperado cuando, un día, se encontró con un grupo de músicos en el bar El Cadillac. Allí conoció a Cornelio Reina y su compañero Juan, quienes tocaban y ensayaban en ese lugar. A pesar de ser muy joven, Ramón impresionó a todos con su habilidad para tocar el acordeón, y rápidamente se ganó un lugar en el mundo de la música.
El destino quiso que los caminos de Cornelio y Ramón se cruzaran, y juntos formaron lo que sería uno de los dúos más importantes de la música norteña. Tras la salida de Juan de Carta Blanca, Cornelio vio en Ramón al compañero ideal para su proyecto musical. La combinación de la voz poderosa de Cornelio y el virtuosismo de Ramón con el acordeón, se convirtió en una fórmula imbatible. Así nació Los Relámpagos del Norte, un nombre inspirado por un rayo que Cornelio vio en una noche en la que discutían qué nombre ponerle al grupo.
A pesar de la pobreza y las dificultades, Los Relámpagos del Norte siguieron adelante, tocando en bares y pequeños escenarios, buscando su oportunidad. La suerte les sonrió cuando, en 1963, un productor musical llamado Paulino Bernal los escuchó por casualidad en un bar en McAllen, Texas. Bernal, impresionado por su talento, les ofreció la oportunidad de grabar su primer álbum. Aunque los primeros intentos fueron infructuosos y el álbum no tuvo el éxito esperado, Paulino nunca dejó de creer en ellos. Fue él quien los impulsó a seguir adelante y a grabar su segundo álbum, Ya no llores, que resultó ser un éxito rotundo.
Con este segundo disco, Los Relámpagos del Norte comenzaron a hacerse famosos. Canciones como Celos y penas y El Coyote se convirtieron en himnos de la música norteña. Su estilo único, que combinaba la fuerza de la voz de Cornelio con el acordeón de Ramón, les valió el cariño del público tanto en México como en el Valle de Texas. La gira que siguió a este éxito consolidó su fama, y su música cruzó fronteras.
Pero a medida que crecía su popularidad, también aumentaban las tensiones entre ellos. Cornelio, que asumió la responsabilidad de manejar los contratos y las presentaciones, empezó a tomar decisiones que afectaron la dinámica del grupo. En su afán de maximizar sus ingresos y alcanzar el mayor número de presentaciones posibles, a menudo programaba dos shows en el mismo día, lo que generaba caos y tensiones. Las largas jornadas de trabajo, las tensiones laborales y personales, y los problemas de gestión comenzaron a desgastar la relación entre los dos amigos.
Finalmente, la tragedia se desató cuando Ramón cometió una traición personal al llevarse a la esposa de Cornelio. Este acto rompió definitivamente la relación entre ambos, y aunque en su momento compartieron escenarios y sueños, la amistad que los unió se deshizo irremediablemente. La separación de Los Relámpagos del Norte fue una consecuencia dolorosa de estos problemas personales, y aunque cada uno continuó su carrera por separado, la magia que crearon juntos nunca pudo ser replicada.
La historia de Los Relámpagos del Norte, marcada por sus éxitos, sacrificios y la traición que los separó, sigue siendo una de las más trágicas y conmovedoras en la historia de la música norteña. Sin embargo, su legado perdura a través de sus canciones, que siguen siendo escuchadas y apreciadas por generaciones de fanáticos.