Óscar Pulido fue uno de los actores más queridos y talentosos de la época dorada del cine mexicano, un periodo en el que el país se convirtió en el centro de una vibrante industria cinematográfica que capturó la imaginación de millones. Aunque su carrera abarcó varias décadas, la vida de Pulido estuvo marcada por un ascenso meteórico seguido de una caída trágica, que refleja tanto su éxito como los profundos sacrificios que hizo en su vida personal y profesional.
Nacido en la Ciudad de México en 1906, Pulido comenzó su carrera artística a una edad temprana. Su pasión por la música y el teatro lo llevó a unirse a la compañía ópera mexicana en 1927, donde perfeccionó su talento vocal. Sin embargo, fue en el cine y en la comedia donde realmente se destacó, especialmente durante los años 40 y 50, cuando su presencia en la pantalla grande fue casi omnipresente. Su gran versatilidad le permitió desempeñar papeles tanto cómicos como dramáticos, lo que lo convirtió en un actor muy demandado en esa época.
A lo largo de su carrera cinematográfica, Pulido trabajó con algunos de los nombres más grandes del cine mexicano, como Cantinflas y Mario Moreno, participando en películas que marcaron época. Su debut cinematográfico fue en 1941 con El gendarme desconocido, una película que lo introdujo al público y lo unió con Cantinflas en un rol que definió su carrera. Su participación en otras producciones emblemáticas, como Angelitos negros en 1948, consolidó su lugar como un actor querido y respetado en el cine nacional.
A lo largo de los años 40 y 50, Pulido se mantuvo como un pilar fundamental en la comedia mexicana. Con su capacidad para adaptarse a diferentes estilos y su impecable sentido del humor, se convirtió en un rostro recurrente en las películas de la época. Durante esos años, participó en más de 60 películas, que incluyeron desde comedias hasta dramas, destacándose en títulos como Pobres pero sinvergüenzas, El moderno Barbasol y El gallo giro. Su habilidad para encarnar personajes entrañables y su disposición para colaborar con otros grandes talentos de la época le ganaron un lugar en los corazones de los mexicanos.
Sin embargo, su vida personal estuvo lejos de ser tan brillante. En los años 70, Pulido sufrió una caída tanto profesional como emocional. La tragedia comenzó cuando conoció a Carla, una joven actriz a la que le ofreció su apoyo para lanzar su carrera. Motivado por una mezcla de compasión y un profundo dolor personal, ya que estaba de luto por la muerte de su hija, Pulido invirtió grandes cantidades de dinero y esfuerzo en ayudar a Carla a conseguir papeles importantes. Sin embargo, a medida que su apoyo se intensificaba, las deudas de Pulido también aumentaban, y sus propios problemas de salud, agravados por su diabetes, comenzaban a pasar factura.
A pesar de sus propios problemas, Óscar continuó apoyando a Carla, incluso sacrificando su salud y estabilidad financiera. La relación entre ambos, que comenzó con un compromiso genuino de Pulido por ayudar a la joven actriz, pronto se tornó destructiva. Los gastos de sus tratamientos médicos, junto con el creciente peso de sus deudas, empujaron al actor a una situación insostenible. Finalmente, cuando ya no pudo seguir financiando la carrera de Carla, ella lo abandonó, lo que marcó el principio de la tragedia para Pulido. Esta traición fue devastadora para él, quien había invertido tanto en su éxito, y sumió al actor en una profunda depresión.
La muerte de su hija y el abandono por parte de la joven actriz que ayudó a ascender al estrellato dejaron a Pulido completamente aislado. La presión financiera y emocional, combinada con su deterioro físico, llevaron a una crisis que fue difícil de superar. En sus últimos años, Pulido se vio obligado a vender sus pertenencias personales y depender de la caridad de amigos y colegas para sobrevivir, mientras su salud se deterioraba rápidamente. A pesar de la ayuda que la Asociación Nacional de Actores intentó brindarle, ya era demasiado tarde para evitar su colapso financiero y emocional.
El 23 de mayo de 1974, Óscar Pulido falleció a los 68 años de un paro cardíaco repentino. Su muerte se vio rodeada de rumores, algunos de los cuales apuntaban a una discusión acalorada con Carla en las horas previas a su fallecimiento, lo que algunos especularon pudo haber tenido un impacto negativo en su salud. Sin embargo, los detalles de este evento permanecieron poco claros. La relación entre Pulido y Carla, que había comenzado con buenos propósitos, terminó en un profundo sufrimiento para él.
A pesar de los trágicos últimos años de su vida, el legado de Óscar Pulido en la historia del cine mexicano sigue vivo. Sus contribuciones al cine y la comedia mexicana son invaluables, y su capacidad para hacer reír y conmover al público permanece en la memoria colectiva. A lo largo de su carrera, Pulido demostró ser un actor excepcional, un hombre comprometido con su arte y, sobre todo, una figura clave en el florecimiento del cine mexicano durante su época dorada.
Aunque su vida terminó de forma trágica, el legado de Pulido como un actor multifacético y querido por generaciones sigue presente en los corazones de quienes lo vieron brillar en la pantalla. Su nombre se asocia a la comedia, pero también a la tragedia de un hombre que, a pesar de su éxito, no pudo encontrar la paz que buscaba en su vida personal. Su historia es un recordatorio de los altibajos que enfrentan muchos artistas, aquellos que nos hacen reír mientras ellos mismos luchan con dolor.