La vida de Robert Redford ha sido una mezcla compleja de éxitos y tragedias que, a pesar de su brillo en la pantalla grande, reflejan los desafíos profundos que enfrentó detrás de las cámaras. A lo largo de su carrera, Redford no solo se consolidó como uno de los actores más icónicos de Hollywood, sino que también vivió momentos personales llenos de dolor y superación.

A los 87 años, Robert Redford Finalmente admite lo que todos sospechábamos

Nacido el 18 de agosto de 1936 en Santa Monica, California, Robert Redford creció en un entorno familiar que, aunque amoroso, estuvo marcado por diversas dificultades. Su madre, Martha, sufrió graves complicaciones de salud tras un parto complicado que resultó en la muerte de un hijo, lo que la llevó a perder la vida a los 40 años cuando él tenía apenas 18. Esta pérdida temprana tuvo un impacto profundo en él, especialmente al reflejarse en sus recuerdos de la juventud, cuando aún no había logrado despegarse de su actitud rebelde. Su padre, Charles Redford, un hombre ocupado con su trabajo, dejó a Robert con un vacío emocional que fue parcialmente llenado por la figura de su tío David. Sin embargo, esta relación también se truncó cuando su tío murió en la Segunda Guerra Mundial.

Durante su adolescencia, Redford se mostró como un joven problemático, involucrado en diversas actividades rebeldes y peligrosas. Participó en carreras ilegales, consumió drogas y tuvo varios incidentes de imprudencia, entre ellos un salto temerario desde un edificio alto y un accidente automovilístico en el que milagrosamente sobrevivió. Estos episodios se vieron acompañados de momentos de reflexión sobre su vida y su futuro, aunque en esa etapa no parecían ser más que distracciones de un joven que no encontraba su camino.

Después de su graduación de la escuela secundaria, Robert se inscribió en la Universidad de Colorado en Boulder, con la esperanza de desarrollar su carrera deportiva en béisbol. Sin embargo, fue expulsado tras un año y medio debido a su comportamiento rebelde, una experiencia que reflejó su lucha interna entre sus deseos y las expectativas sociales. Sin embargo, en lugar de dejarse derrotar, Redford utilizó este revés como una oportunidad para explorar su verdadera pasión: las artes. Viajó a Europa, perfeccionó sus habilidades en pintura y, más tarde, se trasladó a Nueva York para estudiar actuación en la Academia Americana de Artes Dramáticas.

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En los primeros años de su carrera, Redford luchó por encontrar estabilidad financiera, incluso después de su matrimonio con Lola van Wagenen, con quien tuvo cuatro hijos. Aunque el trabajo de su esposa no era suficiente para sostenerlos económicamente, Redford persistió en su búsqueda de éxito profesional. Finalmente, fue su talento y persistencia los que lo llevaron a ser reconocido en el mundo de la actuación. Su participación en producciones teatrales y su transición al cine marcaron el comienzo de una carrera que lo haría famoso en todo el mundo.

Redford alcanzó el reconocimiento en la pantalla grande con papeles que definieron su imagen de galán en películas como Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969) junto a Paul Newman, y The Sting (1973), donde consolidó su estatus como uno de los actores más importantes de Hollywood. Sin embargo, a pesar de su éxito, su vida personal estuvo marcada por tragedias, incluyendo la muerte de su hijo James a causa de un cáncer en 2020. Este doloroso evento reflejó uno de los desafíos más grandes que enfrentó en su vida, y que compartió públicamente con gran emoción, mostrando la vulnerabilidad detrás de su imagen pública.

Redford también se vio afectado por la enfermedad de la polio durante su infancia, un reto que podría haberle cambiado la vida de no haber sido por su leve diagnóstico. Aunque no requirió el uso de un pulmón de acero, su confinamiento a la cama durante dos semanas fue un periodo que dejó huella en él. Años más tarde, Redford se sumergió en el homenaje a quienes hicieron posible la vacuna contra la polio, dirigiendo un cortometraje en honor al doctor Jonas Salk, el creador de la vacuna.

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La carrera de Robert Redford no solo se limitó a la actuación; su versatilidad lo llevó a explorar el cine como director. En 1980, su debut como director con Ordinary People fue un éxito rotundo, obteniendo premios y consagrando su nombre en una nueva faceta del cine. A lo largo de los años, siguió dirigiendo y actuando en películas que tocaron temas profundos y personales, incluyendo The Horse Whisperer (1998) y A River Runs Through It (1992), que también reflejaron su amor por la naturaleza y la introspección.

Aunque su vida estuvo llena de éxitos profesionales, las tragedias personales no fueron menos significativas. A pesar de sus problemas familiares y las dificultades que enfrentó en su vida temprana, Redford siempre encontró maneras de superar sus adversidades, ya sea a través de su carrera, sus relaciones o su dedicación a causas como la preservación del medio ambiente. Aunque los medios de comunicación a menudo mostraron una imagen de él como un hombre seguro y exitoso, en realidad, Robert Redford fue un hombre marcado por la lucha constante, la pérdida y la resiliencia.