Alma Delia Fuentes fue una de las grandes estrellas del cine mexicano durante la Época de Oro, conocida por su belleza deslumbrante y su talento natural. Desde temprana edad, su carrera en la actuación parecía prometedora, pero, paradójicamente, la vida de Alma Delia experimentó un giro trágico en sus últimos años. La fama y el reconocimiento que disfrutó en su juventud no lograron asegurarle una vida tranquila, y al final de sus días, se vio sumida en la pobreza y el aislamiento, olvidada por aquellos que alguna vez estuvieron cerca de ella.
A partir de ahí, su carrera despegó, consolidándose como una de las actrices más queridas del cine mexicano, particularmente por su participación en películas junto a grandes figuras de la época, como Pedro Infante. Su interpretación en Los olvidados de Luis Buñuel, en 1950, marcó un hito en su carrera, al recibir una nominación al Ariel como mejor actriz infantil, lo que consolidó su lugar en el corazón del público.
Alma Delia también fue conocida por su belleza, su capacidad de interpretar una gran variedad de papeles y por su participación en teatro, lo que aumentó su popularidad tanto en México como internacionalmente. Sin embargo, a pesar de su éxito, la actriz se vio obligada a tomar una decisión difícil a los 33 años: alejarse del mundo del cine para centrarse en su familia.
Fue un descanso que duró más de una década, durante la cual se distanció de la vida pública y disfrutó de una existencia más tranquila. A pesar de un regreso a la pantalla en la década de 1960, con telenovelas y películas, el cambio en la industria del cine mexicano y su creciente insatisfacción con la dirección que tomaba la misma parecieron marcar el fin de su carrera.
La decisión de retirarse fue un acto personal de desilusión, ya que Alma Delia parecía más interesada en llevar una vida más sencilla que en seguir las exigencias de la fama. En 1969, a los 33 años, abandonó definitivamente el cine, lo que sorprendió a muchos, dado su éxito continuo. A partir de ahí, se apartó aún más del mundo público, eligiendo vivir en una casa en la zona de Lomas Hipódromo, en Naucalpan, México, que, aunque en su momento fue símbolo de su éxito, acabó convirtiéndose en el lugar de su decadencia.
El final de la vida de Alma Delia fue sumamente triste. A medida que su salud se deterioraba, la estrella del cine mexicano se vio atrapada en un ciclo de pobreza, abandono y enfermedad. Vivió sus últimos años en un pequeño garage de su mansión, rodeada de suciedad y desorden, con pocos recursos para cuidarse.
En su hogar improvisado, se encontraba con problemas de salud no tratados, incluyendo infecciones graves, y su estado mental también se deterioró. Los vecinos fueron los que más se preocuparon por ella, tratando de ofrecerle ayuda, pero Alma Delia rechazaba constantemente sus intentos. Su hija mayor, Alma Delia Junior, fue la única que la visitaba ocasionalmente, pero incluso ella no pudo brindarle el cuidado necesario.
El aislamiento de Alma Delia fue completo. Las visitas de su hija eran esporádicas, y la familia nunca se involucró en sus últimos momentos. La mansión de Alma Delia fue sellada debido a deudas no pagadas, lo que reflejó las difíciles circunstancias financieras por las que atravesaba. La falta de apoyo familiar y la indiferencia de aquellos que alguna vez estuvieron cerca de ella marcaron su trágico final.
Alma Delia Fuentes falleció en abril de 2017 a los 80 años, dejando un vacío en el cine mexicano. Su muerte fue un golpe para aquellos que la admiraron en su época dorada, pero también dejó una lección amarga sobre el abandono que sufren algunas figuras públicas al final de su carrera.
En la memoria de muchos, Alma Delia vivirá como una gran actriz, una estrella cuyo talento y belleza deslumbraron a generaciones, pero también como un triste recordatorio de las dificultades y soledad que enfrentan aquellos que alguna vez fueron amados y adorados, pero que al final fueron olvidados.