En un mundo donde la belleza y el talento a menudo se entrelazan, María Sorté ha sido aclamada como una de las actrices más queridas y admiradas de México. Con una carrera que abarca más de cuatro décadas, ha cautivado al público con sus inolvidables interpretaciones y su presencia magnética.

A los 69 años, María ha decidido hablar abiertamente sobre los altibajos de su vida y trayectoria, compartiendo las lecciones que ha aprendido, la importancia de la independencia y su lucha por abrazar el envejecimiento con dignidad.

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Desde joven, la vida de María Sorté estuvo marcada por la adversidad. Nació en Camargo, Chihuahua, en 1955, y a los cuatro años perdió a su padre, un inmigrante libanés. La partida de su padre fue solo el comienzo de una serie de tragedias familiares.

La muerte de su madre y de varios de sus seres queridos la forzó a asumir responsabilidades desde muy joven. En su niñez, María experimentó la dureza de la vida: ayudaba a su madre a vender verduras en el mercado y cargaba con el peso de mantener a su familia. Sin embargo, a pesar de las dificultades, María nunca abandonó su sueño de salir adelante a través de la educación. Se convirtió en un ejemplo de resiliencia, combinando estudios con trabajos ocasionales para ayudar a su familia.

Cuando la oportunidad de estudiar medicina se desmoronó debido a la muerte de su madre, María no se rindió. Su destino estaba tomando otro rumbo. Fue en la Ciudad de Juárez donde, gracias a una coincidencia con su amiga Margot, su vida dio un giro inesperado. Un conocido actor la animó a explorar el mundo de la actuación, algo que María jamás había considerado, pero que pronto se convirtió en su pasión.

En lugar de continuar con sus estudios de medicina, comenzó a formarse en la escuela de actuación Andrés Soler. Así inició su carrera en el mundo del espectáculo, donde pronto se hizo un nombre, participando en fotonovelas y telenovelas que la catapultaron a la fama.

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Sin embargo, su camino no estuvo exento de sacrificios. María tuvo que cambiar su apellido, ya que su nombre original, María Arfuch, era considerado demasiado complicado para los ejecutivos de la televisión. Después de probar varias alternativas, fue la suerte lo que la llevó a adoptar el nombre de Sorté, un guiño al destino que, en italiano, significa “suerte”. Con este nuevo nombre comenzó a forjar su carrera y a convertirse en una de las figuras más influyentes de la televisión mexicana.

A finales de la década de 1970, hizo su debut en la telenovela Acompáñame de Televisa, donde rápidamente se destacó por su talento y carisma. Esta telenovela fue el inicio de una larga serie de exitosas producciones en las que María Sorté brilló, convirtiéndose en la reina de las telenovelas mexicanas.

Su habilidad para interpretar a personajes complejos, llenos de emociones y matices, le permitió ganarse el cariño del público y los elogios de la crítica. María Sorté no solo conquistó la televisión, sino que también incursionó con éxito en la música, grabando discos y convirtiéndose en una artista multifacética.

Sin embargo, la vida de María Sorté no estuvo exenta de tragedias personales. En 1998, su esposo, Javier García Paniagua, falleció repentinamente de un infarto, lo que dejó una huella profunda en su vida.

La noticia de su muerte fue aún más dolorosa para María debido a los rumores erróneos que los medios de comunicación difundieron sobre las circunstancias de su fallecimiento. María vivió este dolor en privado, sin embargo, al igual que en su carrera, nunca dejó que la adversidad la derrotara. Crió a sus hijos, Omar y Adrián, con fortaleza, a pesar de las dificultades que enfrentó como madre soltera.

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A lo largo de los años, María ha aprendido a abrazar su independencia. A pesar de los intentos de varios hombres por entrar en su vida tras la muerte de su esposo, la actriz admitió que nunca ha encontrado a nadie que lograra llenar el vacío dejado por Javier. A los 69 años, María sigue creyendo en el amor, pero también en el valor de ser independiente y disfrutar de las pequeñas alegrías de la vida, como los momentos con sus nietos.

María Sorté también ha enfrentado con valentía los momentos más oscuros de su vida personal, como cuando su hijo, Omar García Harfuch, fue víctima de un atentado en 2020. Omar, quien es el actual Secretario de Seguridad de la Ciudad de México, fue atacado por un grupo criminal en un intento de asesinato que dejó varias víctimas fatales.

A pesar de la gravedad del ataque y de la preocupación constante por la seguridad de su hijo, María nunca abandonó su país. Con una fe inquebrantable, ella expresó su confianza en la protección divina para su hijo y, aunque le había instado a no seguir ese camino, aceptó que no podía cambiar las decisiones de su hijo. En sus propias palabras, siempre rezó por él, sintiendo que los “ángeles de Dios” lo protegían.

A lo largo de su vida, María Sorté ha demostrado una extraordinaria resiliencia frente a la adversidad. Su vida es testimonio de fortaleza, de cómo transformar las tragedias en aprendizajes y de cómo, a pesar de los desafíos, nunca perder la esperanza ni la capacidad de seguir adelante. Hoy en día, más que nunca, la actriz se siente agradecida por las bendiciones de la vida, y aunque ya no se encuentra en la cima de la fama como en sus primeros años, su legado sigue vivo tanto en el corazón de los mexicanos como en el panorama de la televisión y el cine.

María Sorté no solo es una de las grandes actrices de México, sino también un símbolo de resiliencia, independencia y la importancia de vivir con pasión y gratitud. Su historia es un testimonio de cómo, a pesar de los momentos difíciles, siempre se puede encontrar la fuerza para seguir adelante, y cómo nunca es tarde para amar, aprender y crecer.