Martha Mijares fue una de las figuras más destacadas y cautivadoras durante la Edad de Oro del cine mexicano en la década de 1950. Nacida el 19 de enero de 1938 en la Ciudad de México, una ciudad vibrante llena de glamour y emoción cinematográfica, Mijares mostró desde muy joven una inclinación hacia las artes. Su talento natural y su belleza cautivadora no pasaron desapercibidos, y a los 16 años comenzó a tomar clases en la Escuela de Bellas Artes, donde rápidamente llamó la atención de los productores de cine. Con tan solo 16 años, hizo su primera aparición en la pantalla grande, marcando el inicio de lo que parecía una prometedora carrera.
Durante los primeros años de su carrera, Mijares apareció en una serie de papeles pequeños, pero fue su participación en el filme Ciudad en 1954, dirigido por Ismael Rodríguez, lo que la catapultó a la fama. En este filme compartió escenas con el reconocido actor Fernando Soler, y su actuación fue tan impresionante que le valió una nominación al prestigioso Premio Ariel como Mejor Actriz Joven, aunque no obtuvo el galardón. A pesar de ello, esta nominación consolidó su lugar en la industria cinematográfica mexicana, y Mijares rápidamente se convirtió en una de las estrellas más prometedoras del cine juvenil.
Durante su apogeo, Mijares continuó colaborando con algunos de los nombres más importantes del cine mexicano. Se destacó en películas junto a actrices como Marga López y Yolanda Varela, y su presencia en la pantalla se convirtió en sinónimo de elegancia y talento. La crítica la elogiaba por su naturalidad y carisma, cualidades que la hacían brillar tanto en papeles dramáticos como románticos. Su actuación en Con quién andan nuestras hijas de 1955, una película que abordaba los problemas de la juventud mexicana, consolidó aún más su estatus como una estrella en ascenso.
Sin embargo, su éxito no estuvo exento de controversia. A los 20 años, Mijares ya había logrado lo que muchas actrices soñaban con alcanzar, pero su éxito provocó celos y rivalidades dentro de la industria. La actriz Maricruz Olivier fue una de las más abiertas en criticarla, sugiriendo en una entrevista que la prensa favorecía a Mijares debido a sobornos en lugar de su talento. Estas declaraciones sembraron dudas sobre su éxito, aunque no lograron opacar su creciente popularidad.
El mayor conflicto en la carrera de Mijares ocurrió con su compañera de reparto Silvia Derbez, con quien compartió créditos en Con quién andan nuestras hijas. A medida que la carrera de Mijares despegaba, Silvia comenzó a resentir que su protagonismo estuviera siendo eclipsado por la joven actriz. Los rumores indicaban que Silvia se volvió hostil con Mijares, y las tensiones aumentaron aún más cuando Mijares fue nominada al Premio Ariel, lo que dejaba a Silvia en segundo plano. La rivalidad se intensificó cuando se rumoreaba que el compañero de Silvia, Eugenio González, coqueteaba con Mijares, lo que desató la furia de Silvia. Aparentemente, Derbez usó su influencia para sabotear la carrera de Mijares, logrando incluso que fuera puesta en la lista negra de la Asociación Nacional de Actores.
Este clima de hostilidad y envidia, sumado a la presión de las expectativas profesionales y personales, contribuyó al rápido desgaste de la joven actriz. Aunque Mijares intentó mantener la calma y continuar su carrera, la situación se volvió insostenible. En 1960, a la edad de 22 años y con una carrera cinematográfica exitosa pero breve, Mijares decidió retirarse del cine de manera abrupta.
Los motivos detrás de su retiro fueron en gran parte personales. A pesar de su éxito en el cine, Mijares eligió alejarse de los reflectores para centrarse en su vida privada. En 1958, comenzó una relación con José María Funtanet Martí, un millonario empresario, y a los 22 años se casó con él. La actriz decidió mudarse a Monterrey, donde construyó una familia lejos de la vorágine mediática. Juntos tuvieron tres hijos, y Mijares se dedicó por completo a su vida familiar, distanciándose del mundo del cine que había marcado la época dorada del cine mexicano.
Martha Mijares nunca volvió al cine después de su retiro, y aunque su carrera fue breve, dejó una huella imborrable en el cine mexicano. A lo largo de los años, vivió una vida tranquila y activa, disfrutando de su maternidad y sus pasatiempos, como el softball, un deporte que había practicado durante su juventud. Su familia creció en un ambiente de privacidad, lejos de las cámaras, y sus hijos crecieron sin ser arrastrados por la fama que había disfrutado su madre.
El 18 de octubre de 2018, el mundo perdió a esta radiante estrella cuando Martha falleció en Nuevo León, Monterrey. A pesar de su retiro de los escenarios, su legado como actriz sigue vivo en las memorias de aquellos que recuerdan sus películas y el impacto que tuvo en el cine mexicano. Su vida posterior al cine estuvo llena de amor y tranquilidad, y aunque su carrera no fue larga, su influencia perdura en la cultura cinematográfica de México, siendo recordada no solo por su belleza, sino también por la calidez que irradiaba tanto en la pantalla como fuera de ella.
