Vicente Fernández, conocido como “El Charro de Huentitán”, sigue siendo una de las figuras más imponentes de la música mexicana. Su legado, no solo musical sino también familiar, lo ha convertido en un referente indiscutible, querido por millones de personas no solo en México, sino en toda América Latina y el mundo. A lo largo de su carrera, alcanzó la cima del éxito con su imponente voz y su presencia en el escenario, pero también destacó por su vida personal, marcada por el amor a su familia y la dedicación a sus seres queridos.
Nacido el 17 de febrero de 1940 en Huentitán El Alto, Jalisco, Vicente Fernández creció en un entorno humilde, pero fue impulsado por su pasión por la música, alimentada por los grandes íconos del cine y la música mexicana como Pedro Infante y Jorge Negrete.
Desde pequeño mostró un interés profundo por la música, y a los ocho años recibió su primera guitarra. A pesar de las dificultades económicas, se dedicó a la música de forma autodidacta y, desde temprana edad, comenzó a cantar en bodas y restaurantes. Su determinación lo llevó a Tijuana, donde trabajó en diversos oficios como albañil, pintor y carpintero, mientras su talento musical seguía brillando.
En 1963, Fernández se casó con María del Refugio Abarca, conocida cariñosamente como “Doña Cuquita”, con quien compartió 58 años de matrimonio hasta su fallecimiento. Juntos tuvieron tres hijos: Vicente Junior, Alejandro y Gerardo, y adoptaron a una cuarta hija, Alejandra. A pesar de las adversidades que enfrentaron, incluyendo la prematura muerte de su madre y los difíciles comienzos en la Ciudad de México, Vicente Fernández persistió en su camino hacia el estrellato.
El cambio decisivo en su carrera se produjo en 1966, cuando la muerte de su compañero Javier Solís le abrió las puertas en la industria musical. Con el respaldo de CBS Records, Fernández comenzó a lanzar álbumes que rápidamente se hicieron populares, como Soy de abajo y Palabra de Rey, cimentando su lugar en la música mexicana. Durante la década de los 70, alcanzó su consagración definitiva con éxitos como “Volver, Volver”, que lo catapultaron al estrellato no solo en México, sino en toda América Latina y más allá.
Vicente Fernández también se destacó como actor en el cine mexicano, participando en más de 30 películas, siendo La Ley del Monte (1976) uno de sus papeles más icónicos. A lo largo de su carrera, mostró una imagen de hombre fuerte, honorable y con una profunda conexión con sus raíces mexicanas. Su figura en la pantalla grande reflejaba muchos de los valores que promovía en su música: la lealtad, el amor por la familia, y una visión muy arraigada de la masculinidad tradicional.
Aunque su vida fue marcada por la fama y el éxito, no estuvo exenta de dificultades personales. En 1998, su hijo Vicente Fernández Jr. fue secuestrado, lo que representó uno de los momentos más oscuros en la vida del cantante. A pesar de haber pagado el rescate y de que su hijo fuera liberado después de 121 días, este episodio le dejó una huella imborrable, aunque Vicente Fernández nunca permitió que este sufrimiento se reflejara en su vida pública, continuando con su carrera de manera casi imperturbable.
En 2016, realizó su último gran concierto en el Estadio Azteca, un evento histórico que reunió a más de 880,000 personas y que marcó la culminación de una carrera de más de 50 años. Aunque se retiró de los escenarios, Vicente Fernández continuó activo en el estudio de grabación, mostrando su incansable pasión por la música. Su último álbum A Mis 80 (2020) le otorgó su noveno Latin Grammy, reafirmando su posición como una leyenda viva de la música.
Además de su carrera musical, Fernández también era un hombre de familia profundamente comprometido. Su esposa, Doña Cuquita, compartió en una reciente entrevista detalles sobre cómo manejaba la vida en pareja, especialmente los rumores de infidelidades que siempre rodearon al cantante. Con una actitud pragmática, Doña Cuquita reveló que nunca sintió celos por las especulaciones de su esposo, explicando que, aunque no podía controlar lo que hacía fuera de casa, Vicente era su esposo y, como tal, su vida con él siempre fue estable y amorosa.
A pesar de las dificultades, los rumores y los desafíos de la vida pública, Vicente Fernández siempre permaneció fiel a su música, su familia y su país. Su legado perdura en los corazones de millones de personas que lo consideran no solo un ícono de la música mexicana, sino también un símbolo de lo que representa la familia, la pasión por la música, y el amor a las tradiciones.
Vicente Fernández falleció el 12 de diciembre de 2021, dejando atrás una huella imborrable en la música ranchera y en la cultura popular mexicana. Su legado sigue vivo, no solo a través de sus canciones, sino también en la memoria de su familia y en el cariño que millones de fanáticos le profesan. Su historia, marcada por el sacrificio, la dedicación y el amor, continúa siendo una fuente de inspiración para generaciones venideras.