Jorge Rivero, originario de Guadalajara, Jalisco, es uno de los nombres que marcó una época en el cine mexicano durante las décadas de 1960, 1970 y 1980.
Este actor, conocido por su impresionante físico y su gran talento, no solo destacó en el cine de acción, sino que también se convirtió en un ícono del cine de aventura y de las películas de luchadores.
Hoy, a sus 86 años, Rivero ha dejado atrás los reflectores, pero su legado sigue presente en la memoria de millones de mexicanos y de seguidores del cine en todo el mundo.
Los Primeros Años: De los Deportes al Cine
Nacido el 15 de junio de 1938 bajo el nombre de Jorge Pous Rosas, Rivero creció en un ambiente familiar respetable y disciplinado. Criado en un pintoresco rancho, su educación fue rigurosa, asistiendo a un instituto jesuita y recibiendo formación militar.
Sin embargo, desde temprana edad, Rivero mostró una gran pasión por los deportes, especialmente por el culturismo, la natación y el waterpolo. De hecho, representó a México en los Juegos Panamericanos de 1950, destacándose a nivel internacional.
Aunque su padre le insistió en que siguiera una educación superior, Rivero se inclinó por su verdadera pasión: el deporte. Esta decisión, junto a su imponente físico, lo llevó eventualmente al cine, donde se convirtió en un referente de su generación.
El Camino hacia el Estrellato: El Cine Mexicano y su Trascendencia Internacional
La carrera cinematográfica de Jorge Rivero comenzó a principios de la década de 1960, durante un auge del cine de luchadores, en el que figuras como El Santo dominaban la pantalla.
Rivero rápidamente se destacó en este género, gracias a su impresionante presencia física y su habilidad para interpretar roles de acción. Su gran oportunidad llegó en 1964, cuando protagonizó El asesino invisible junto a Ana Berta Lepe, interpretando al “Hombre Enmascarado de Oro”, un personaje que lo catapultó a la fama.
A lo largo de los años 60, Rivero consolidó su carrera con películas como El Mexicano (1966) y Los leones del ring (1967).
Su participación en estos filmes no solo consolidó su estatus como una estrella del cine mexicano, sino que lo hizo un ícono de la pantalla grande, especialmente entre las mujeres, quienes lo veían como un símbolo de virilidad y atractivo.
En esta época, Rivero compartió cartelera con figuras como Tere Velázquez, Yolanda López y Chucho Salinas, creando una serie de colaboraciones memorables.
El Símbolo Sexual de los 70s y su Tránsito a Hollywood
Durante la década de 1970, Jorge Rivero alcanzó su máxima popularidad y se consolidó como uno de los grandes símbolos sexuales de la época. Junto a otros actores como Andrés García y Jaime Moreno, Rivero cautivó a audiencias de todo el mundo, no solo por su presencia en pantalla, sino también por su talento para interpretar personajes complejos en películas de acción, drama y aventura.
Un punto clave en su carrera fue su participación en la película El pecado de Adán y Eva (1972), un filme de temática bíblica dirigido por Miguel Zacarías.
En esta película, Rivero interpretó a Adán, un papel que le permitió mostrar su físico en escenas de desnudo, lo que lo catapultó a la fama internacional. Su aparición en este filme llamó la atención de Hollywood, que pronto lo reclutó para papeles en películas del género western, donde se convirtió en un referente del cine estadounidense.
Entre sus películas más destacadas en Hollywood se encuentran Soldado azul (1970), donde compartió pantalla con Candice Bergen, y El lobo del río (1972), junto a Jennifer O’Neal. Durante este período, adoptó el nombre artístico de Georges Rivers, pero su regreso a México fue inevitable, donde continuó desarrollando su carrera y consolidando su posición en el cine latinoamericano.
El Regreso al Cine Mexicano y su Proyección Internacional
Jorge Rivero no solo dejó su huella en el cine estadounidense, sino que también continuó cosechando éxitos en el cine mexicano con títulos como Las cautivas (1974), Verano ardiente (1974), Una mujer honesta (1975) y Confesiones de una adolescente (1976). Su capacidad para interpretar diversos tipos de personajes le permitió mantener una carrera prolífica a lo largo de las décadas.
En la década de 1980, Rivero continuó expandiendo su carrera internacionalmente, colaborando con actrices como Susana Dos Amantes, Sandra Mozarowski y Hilda Aguirre, en filmes que abarcaban géneros tan diversos como el drama, la comedia y el thriller.
En 1981, viajó a Gran Bretaña para participar en la película The last days of Bill Lawrence, junto a Ava Gardner, en lo que sería uno de los últimos papeles de la legendaria actriz. Durante este período, Rivero también exploró el género de terror, destacando en Bad (1986) junto a Pilar Velázquez.
La Retirada y la Última Etapa de su Carrera
Tras décadas de éxitos en el cine y la televisión, Jorge Rivero decidió dar un paso al costado y alejarse del ojo público. En 2014, regresó a México para dirigir Human Deer, un thriller criminal que lo reunió con la actriz Ana de la Reguera. Esta película marcó su regreso al cine mexicano, demostrando que, a pesar de los años, su pasión por la actuación seguía intacta.
Aunque hoy en día Rivero se mantiene alejado de la pantalla, su legado como uno de los actores más versátiles y queridos del cine mexicano perdura. A través de su trayectoria, Jorge Rivero no solo conquistó las pantallas del cine, sino también el corazón de varias generaciones, dejando una marca imborrable en la historia del cine latinoamericano.
Conclusión
Jorge Rivero es un verdadero ícono del cine mexicano y un símbolo de la era dorada del cine de aventuras. A través de su destreza física, su versatilidad como actor y su carisma, logró trascender fronteras y convertirse en una leyenda.
Hoy, a sus 86 años, sigue siendo recordado como uno de los grandes mitos del cine de acción y aventura, y su legado sigue vivo en la memoria de todos aquellos que disfrutaron de sus películas en la pantalla grande.