Humberto Zurita, un hombre que ha estado bajo los reflectores por más de cuatro décadas, ha ganado la admiración del público no solo por su innegable talento actoral, sino también por su presencia elegante y su dedicación al arte.
Sin embargo, como suele suceder con las grandes figuras, detrás de su éxito profesional se esconde una historia personal llena de emociones, sacrificios y una profunda historia de amor que pocos conocen. A sus 70 años, Zurita ha decidido abrir su corazón y compartir un aspecto íntimo de su vida, revelando al mundo quién fue la mujer que marcó su existencia de una manera irreparable.
Nacido en Torreón, Coahuila, en una familia numerosa de diez hermanos, Humberto Zurita nunca siguió la tradición familiar. Aunque en su familia no era común dedicarse al arte, él decidió aventurarse en el mundo de la actuación.
Su hermano Gerardo, por su parte, también compartía su pasión por el entretenimiento y se convirtió en productor de novelas. Juntos, los hermanos Zurita fundaron la productora Suba, una plataforma fundamental en la carrera de Humberto, permitiéndole colaborar de manera profesional y dejar su huella en la industria del cine y la televisión en México.
La carrera de Humberto comenzó en sus años de secundaria, cuando, siendo un joven en Torreón, se unió a un grupo de teatro amateur y participó en una producción local de la ópera rock Tommy.
Aunque esos primeros pasos fueron humildes, esa experiencia encendió su amor por la actuación y lo impulsó a mudarse a la Ciudad de México en 1976 en busca de mejores oportunidades. Allí estudió en el prestigioso Centro Universitario de Teatro y comenzó a perfeccionar su técnica bajo la tutela del director Héctor Mendoza.
Su dedicación al arte lo llevó rápidamente a convertirse en una figura relevante del teatro mexicano. Papeles como el del rey Lear en la obra de Shakespeare demostraron su versatilidad como actor. Sin embargo, fue la televisión la que lo catapultó a la fama.
Su primer gran papel televisivo fue en la telenovela Muchacha de Barrio, pero fue en 1981 cuando alcanzó un reconocimiento masivo con su interpretación de Alberto Limonta en El Derecho de Nacer. Este personaje dejó una huella imborrable en el público, no solo en México sino en toda América Latina.
La carrera de Humberto continuó en ascenso con producciones como P.D. Tu Gato ha Muerto (1983) y otros éxitos tanto como actor como productor.
De hecho, fue en la producción de telenovelas donde demostró su visión innovadora, produciendo proyectos exitosos y transformadores como El Candidato (1997), la primera telenovela interactiva en la televisión mexicana. Además, en 1997 sorprendió al mundo al dejar Televisa, la gigante de la televisión mexicana, para unirse a TV Azteca, donde continuó produciendo éxitos como Azul Tequila.
Sin embargo, entre los logros profesionales y el reconocimiento, hay una faceta mucho más personal y desconocida de su vida: su amor secreto. Humberto ha decidido compartir con el mundo la historia de su romance con la actriz Cristian Bach, una relación que comenzó en 1980, cuando ambos se conocieron en el set de la telenovela Soledad.
En ese entonces, Cristian acababa de llegar a México y su presencia cautivó a todos, incluido Humberto. A pesar de que ambos estaban en otras relaciones, su amistad creció rápidamente hasta convertirse en un amor profundo y duradero.
El primer beso romántico entre ellos ocurrió durante una escena frente a las cámaras, un momento que Humberto recuerda con humor. Pero con el tiempo, esa relación se consolidó, y seis años después decidieron casarse en una ceremonia celebrada el 3 de febrero de 1986 en la iglesia de San Agustín en Polanco, que causó gran revuelo mediático. La multitud que se congregó fuera de la iglesia para verlos era prueba del amor que el público sentía por esta pareja.
La relación de Humberto y Cristian estuvo marcada por momentos de éxito profesional, pero también por momentos íntimos que compartieron como pareja. Juntos tuvieron dos hijos, Sebastián y Emiliano, quienes seguirían los pasos de sus padres en el mundo de la actuación.
La familia Zurita-Bach continuó siendo una presencia destacada en la televisión, protagonizando telenovelas populares como Encadenados, que consolidó aún más su estatus como una de las parejas más queridas del entretenimiento mexicano.
En la década de 1990, la pareja tomó decisiones significativas, tanto en lo profesional como en lo personal. Decidieron dejar Televisa y, con su productora Suba, exploraron nuevas oportunidades con TV Azteca y en el extranjero. A pesar de sus cambios profesionales, su vida familiar se mantuvo sólida y su vínculo permaneció fuerte a lo largo de los años.
A finales de la década de 2010, Humberto y Cristian decidieron retirarse de la actuación para disfrutar más tiempo en familia, alejándose del ojo público para centrarse en lo que verdaderamente importaba: su amor, su familia y la vida fuera de los reflectores.
Esta revelación sobre el profundo amor que compartieron, junto con la exitosa carrera de Humberto como actor, productor y líder gremial, hace que su legado no solo sea recordado por sus logros profesionales, sino también por su humanidad, su dedicación a su familia y la conexión verdadera que encontró en Cristian Bach.
Hoy, a los 70 años, Humberto Zurita ha decidido compartir con el mundo la historia de su vida y su amor, una historia que va más allá de las cámaras y los reflectores, y que deja una marca indeleble en su legado.